No te pierdas este cuento de Mariela Zapata, maestra jardinera, cuentacuentos y escritora de Santa Fe, con unas ideas lindísimas para compartir. Parece que esta obra fue dramatizada por los alumnos de Mariela y filmada en la Reserva Ecológica de Santa Fe, y luego el video participó del “Festival de Lectura” organizado por el Sindicato Argentino de Docentes Privados, con buenísima repercusión. Que lo disfrutes:
La lengua del sapo
Por Mariela Zapata
Erase una vez un sapo, verde re-verde, gordo re-gordo, que vivía en el campo rodeado de árboles, flores, amigos sapos y aire fresco.
A sapo verde, re-verde le hubiera gustado poder atrapar moscas, mosquitos y otros bichitos pero su lengua no era pegajosa como la de los demás sapos. Así sapo gordo, re-gordo se había acostumbrado a comer hojas y pequeños frutos de las plantas.
-¿Cómo podremos ayudarlo? Se preguntaban los sapos, sapitos y sapotes. Pensaron. Opinaron…. ¡Qué sí! ¡Qué no!. Hasta que decidieron atrapar insectos para él.
Bichos sin alas y alados, negros, blancos, duros y blandos, raros y de distintos sabores. Sapo saltaba justo de una enorme maceta de tréboles en flor y con ese manjar lo recibieron. Saboreó bichitos. Fue feliz. Se sintió querido.
Pasaron varias lunas salpicadas de estrellas y el sol rodó muchas veces en el cielo, salía, se escondía y hasta brilló el arco iris. Pero sapo se la pasaba comiendo, todo era fácil para él, no buscaba su comida, no saltaba, solo esperaba.
Hasta que los sapotes, sapos y sapitos se reunieron en la zanja de la esquina.
Pensaron. Opinaron…. ¡Qué sí! ¡Qué no! Y decidieron que no era la mejor manera de ayudarlo. Poco a poco el bicherío desapareció. Sapo se sintió infeliz y poco querido.
Hubo lunas… redondas, cuarto menguante y hasta media luna rellena de estrellas. La lluvia pintó el arco iris y el viento lo borró.
Sapitos, sapos y sapotes vieron que sapo verde, re-verde, gordo, re-gordo estaba solo y triste. Se reunieron, pensaron…. ¡Qué sí! ¡Qué no! Y todos opinaron que sapo atrape sus bichitos. La lluvia y el viento, el viento y la lluvia refrescaron la tarde. Pronto… El día se hizo noche y la noche se hizo día…. Hasta que un pajarito llamado Benteveo, bicho feo, se enteró de la situación y desde una higuera gritó-¡Aquí tengo la solución!
Le mostró al pueblo sapero que los higos tienen una leche blanca y pegajosa, que seguro lo ayudaría.
-¡Leche de higo! gritaron los sapos. Buscaron a sapo gordo, re-gordo y muy pronto lo convencieron. Todos hicieron una gran ronda alrededor de la higuera. Benteveo, bicho feo, picoteó un higo que salpicó gotitas de leche y sapo atrapó dos o tres…. Las saboreó y su lengua pegajosa pronto quedó. Acompañaron a sapo en la gran cacería bichera, saltaron, croaron y disfrutaron de verlo tan feliz.
- ¿Estás contento sapo con tu lengua? preguntó el sapote más viejo. Y sapo verde, re-verde le contestó- ¡Estoy feliz de tener amigos!
FIN
¡Gracias, Mariela! Y espero muchos más cuentos.
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